José Antonio Calderón

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Tuesday, February 28, 2017

FÚTBOL Y VOLEIBOL: EL CONTENIDO SIMBÓLICO EN LA PRÁCTICA DEPORTIVA Y LOS ROLES DE GÉNERO

José Antonio Calderón
La investigación que realicé para mi tesis de licenciatura (Calderón 2016) analiza el contenido simbólico presente en los deportes más populares en el Perú, el fútbol y el voleibol, lo cual permitiría comprender la forma cómo se percibe la población respecto a sus relaciones de género. Es necesario entender la práctica y afición de los deportes tomando una postura acorde con lo planteado por el antropólogo Clifford Geertz (1973), es decir tomando la práctica de tales deportes como un texto al cual hay que darle su respectiva interpretación.

De la observación hecha a la práctica de los deportes más populares, aquellos que concentran la mayor atención en el Perú: el fútbol y el voleibol, nace la pregunta sobre cuál es la relación que guardan estas prácticas deportivas con las relaciones de género en las esfera pública y la esfera privada. Actualmente no hay estudios que se centren en el análisis de género en la práctica y ejecución de los mencionados deportes y cómo, la misma, es la que ha determinado la asignación de los elementos de pertenencia a la identidad de género. Surge así la interrogante de por qué el fútbol, y todo lo que representa, es pensado como deporte masculino, mientras que ocurre lo mismo con el voleibol entendido como deporte femenino.

La pregunta central para el desarrollo de la investigación es: ¿Existe relación entre la forma cómo se desarrollan la práctica y ejecución de los deportes más populares en el Perú y las relaciones de género en la esfera pública y la esfera privada?

A la fecha no existen investigaciones que revisen los deportes más populares desde el aspecto simbólico y su relación con las relaciones de género, por lo cual considero que esta investigación es útil no solo para los estudios de antropología simbólica, sino también para los estudios de género y de antropología del deporte.

Revisemos primero cómo fue que estos deportes incursionaron en nuestro país. Hay que tener en cuenta que en el de fines del siglo XIX los deportes en general fueron tomados como una herramienta que ayudaría en la formación del hombre viril, con voluntad y capacidad de acción que el país necesitaba, según afirma Fanny Muñoz (2001: 199).

Las primeras prácticas de fútbol en el país se dieron en los clubes que formaron las colonias extranjeras, sobre todo la colonia inglesa. Su práctica llamó la atención de los jóvenes de los sectores altos y medios de la sociedad limeña, algunos de los cuales habían recibido educación en Inglaterra. (Benavides 2000). Más adelante empieza la formación de clubes (Unión Cricket, Association Foot Ball, Union Foot ball, entre otros. La masificación del deporte comienza en 1900 con la fundación del Sport Obrero. Para fines del siglo XIX, los clubes deportivos dejaron de ser espacios de distinción social y se convierten en formas de asociaciones populares. En 1912 y en 1922 se consolidad la institucionalidad del fútbol, primero con la creación de la Liga de Fútbol, y luego la Federación Peruana de Fútbol, respectivamente.

Por su parte, el voleibol ingresa al Perú como consecuencia de la reforma educativa de 1905 que incluyó el curso de Educación Física, la cual se tomó como una vía para moldear al ideal de ciudadano que el país requería. El evento que marcó el ingreso del voleibol al Perú se dio en julio de 1910, cuando un equipo de la YMCA proveniente de Estados Unidos fue invitado por residentes provenientes de ese país a un partido de exhibición, lo cual llamó la atención de los asistentes. (COPEV Perú ,2008)

Para implantar el curso de Educación Física se contrató a algunos profesores de Estados Unidos, entre ellos el profesor Joseph Byrne Lockey, al cual se le considera el responsable de la introducción del voleibol en el país. Posteriormente, en 1920, la YMCA se instaló en el Perú y tuvo lugar la contratación del técnico Carl Johnson, quien se encargó de darle mayor difusión al deporte, por lo cual se le considera el primer promotor que tuvo el voleibol en el país. (Ibíd.)

La aparición del voleibol en el Perú marcó también el inicio de la división sexual de los deportes. Junto al profesor Lockey en 1910, vino el profesor Joseph McKnight, quien sostenía que los deportes adecuados para los varones eran el fútbol y el cricket, mientras que para las mujeres lo eran el básquetbol, el tenis, el hockey y el voleibol. Así, a partir de 1913 solo las escuelas de niñas recibían instrucción en este deporte. (Cajas 1957: 125) Para asentar esta división es que se dio inicio, sin proponérselo, a una campaña por desprestigiar, restando masculinidad, a los varones que practicaban ese deporte, publicándose caricaturas de varones con faldas cortas en un equipo de voleibol. Así, a fines de la década del veinte, ya era común ver los fines de semana a grupos de mujeres, en su mayoría trabajadoras del hogar, practicar este deporte en los parques de Lima. Al igual que en el caso del fútbol, cuyos requerimientos son mínimos y de fácil disponibilidad, el voleibol tuvo fácil aceptación por las mismas razones, pues solo bastaba extender una cuerda entre dos árboles para poder jugar. (COPEV- Perú: 2008) La oficialización del voleibol en el Perú tuvo lugar el 24 de febrero de 1942, con la fundación de la Federación Peruana de Voleibol, la principal autoridad de este deporte en el país. (Ibíd.)

El fútbol como campo simbólico de la masculinidad
Para entender cómo es que el fútbol aparece como agente que define lo masculino debemos entender que la identidad de género del individuo se irá construyendo de acuerdo a la percepción que este tenga del mundo durante los primeros años de su vida. Durante este proceso comprenderá las diferencias existentes entre hombres y mujeres, las cuales pueden ser de naturaleza biológica y de carácter social. Mientras aprende las diferencias entre hombres y mujeres, el individuo masculino entenderá que tales diferencias están marcadas por los sistemas de género (sistemas binarios que oponen el hombre a la mujer, lo masculino a lo femenino, y esto, por lo general, no en un plano de igualdad, sino en orden culturalmente jerárquico). El análisis de dichos sistemas de género nos indica que no representan la asignación funcional de papeles sociales biológicamente prescritos sino un medio de conceptualización cultural y de organización social (Conway en Lamas, 2000: 32). Es de este modo que el individuo forma su personalidad, ya sea por aceptación de lo que es o por negación y rechazo de lo que no desea ser.

Hemos visto que el Perú del siglo XIX reunía las condiciones sociales y culturales para que el fútbol fuese aceptado, condiciones marcadas por la idea que dicho deporte mejora la condición humana de los hombres. La mujer, por su parte, estaba pensada como un ser pasivo y emocional, restringida de participar en un deporte que necesariamente implicaba agresión. Además, se pensaba que el rol principal de la mujer era la continuación de la especie, por lo que el embarazo era una de las funciones más importantes en la vida de la mujer (Manarelli, 1999: 93).
Por lo tanto, el fútbol fue considerado como el deporte viril por excelencia, de acuerdo al ideal de ciudadano vigente en ese momento. Entonces, la consolidación de lo masculino mediante el fútbol en el Perú, respondería más a razones coyunturales que prácticas. Así, durante la mayor parte del siglo XX el fútbol estuvo vinculado exclusivamente con la masculinidad: no sólo presentado como práctica masculina, sino también como promotor de la masculinidad.

Norma Fuller, quien ha estudiado al fútbol como paradigma del juego masculino, afirma que este deporte contiene las reglas básicas de la interacción entre varones. Afirma la autora que el fútbol conserva y trabaja el cuerpo para producir vigor y moldea la sensibilidad en torno a los valores masculinos: competencia entre varones, lealtad al grupo y exclusión de lo femenino (Fuller, 2002:153). En otra oportunidad la misma autora menciona que el lenguaje del fútbol, “plagado de referencias al dominio, control y posesión de las mujeres y al rechazo a la sexualidad homosexual pasiva, produce y reproduce la cultura masculina.” (Fuller 1997: 118)

Vemos pues que el fútbol nos sirve como punto principal para entender el sentido de la masculinidad, referencia que también encontramos citando a Dunning: “en muchos aspecto resulta un escenario altamente apropiado, debido a que los partidos de fútbol son en sí mismos batalla cuyo contenido principal es la expresión de la masculinidad, aunque sea de modo socialmente aceptado y controlado.”(Dunning en Elías, 1995: 340)

Ruben Oliven también hace eco a esta idea: “Los deportes en general y el fútbol en particular poseen una connotación masculina en los gestos, en las palabras, en los juicios, en fin, se parece a una guerra simulada.” (Oliven, 2001:71)

Durante el proceso de socialización el niño va a buscar identificarse como varón, y esto será en oposición a las niñas, por lo cual verá en el fútbol la principal vía de acceso a su propia masculinidad. La motivación principal será el incentivo del padre, lo cual podemos entender como un lazo fundado en el hecho de ser varones.

El proceso de identificarse como varón trae consigo pensarse en oposición a lo femenino, así mientras que el fútbol es para los hombres, a las mujeres les gusta el voleibol; a los hombres no les debe gustar el voleibol, y si algún hombre gusta de ese deporte es homosexual.

Lo femenino en el deporte
En nuestra sociedad prevalece el pensamiento que el fútbol está asociado a los valores masculinos, y que los valores femeninos se verán plasmados deportivamente en el voleibol. Se piensa que la representación nacional masculina y femenina en deportes será únicamente en el fútbol y el voleibol respectivamente, y que las mujeres solo pueden brillar en el voleibol, obviando si es que el fútbol masculino tiene una representación mediocre. Abelardo Sánchez León al referirse de la representación femenina en el voleibol afirmaba a principios de los noventa: “Las mujeres practican el vóley y los hombres el fútbol; las primeras son responsables, los segundos “ahí nomás”, pero hábiles con la pelota en los pies. A esas hermanas las cuidamos como porcelanas, y cuando ganan, ¡está bien!, pero solo es un triunfo femenino. Y es que el verdadero triunfo en el país es cuando lo logran los hombres. El triunfo es entendido como masculino, del jefe del hogar, del papá.” (Sánchez, 1993: 139)

Se concibe al voleibol como exclusivo de las mujeres, de la misma manera que el fútbol lo es para los hombres, por lo que si un hombre practica tal deporte es muy probable que sea considerado poco masculino.

Usualmente se asociado a la mujer con el fútbol dejándola en una condición de accesorio. Es usual que cuando se junten los términos “mujer” y “fútbol” se esté hablando de la pareja del futbolista, o de las animadoras de algún equipo. Se piensa así que la mujer no ha nacido para el fútbol. Esta idea se mantiene y se retroalimenta de la idea de que el fútbol es solo para hombres. Uno de los testimonios que presenta el trabajo de Fuller (2002) cuenta: «jugábamos a la pelota solo los niños, porque jugábamos más fuerte y a veces las niñas jugaban tan suave que no se podía y cuando querían jugar con nosotros las choteábamos.»(Fuller, 2002: 153).

Sin embargo el interés femenino, tanto activa como pasivamente, por el fútbol ha existido casi al mismo tiempo que ha existido dicho deporte, incluso desde lo que varios consideran como los orígenes asiáticos, pasando también por cierta participación bárbara en los festivales de la Europa medieval, luego su entrada a los internados de mujeres en el siglo XIX, con el surgimiento del fútbol moderno. Ha existido, solo que de manera restringida, e incluso vetada.

Los símbolos contenidos en la práctica deportiva
Cuando se ha hecho el repaso de la forma como el voleibol hizo su ingreso al Perú se vio el caso del profesor Joseph McKnight, quien sostenía que entre los deportes adecuados para los varones estaba el fútbol, mientras que para las mujeres uno de los deportes adecuados era el voleibol, lo cual marca la creación de las fronteras del deporte de acuerdo al género. Los criterios para dicha división se encuentran en la actitud que debía tener el practicante de cada deporte, tanto de agresividad como pasividad.

Se hicieron varios intentos por restringir la práctica de los deportes de acuerdo al sexo de los participantes, quedando en la mentalidad local dicha diferenciación, sin embargo tanto la práctica femenina del fútbol y la práctica masculina del voleibol han existido a pesar de la restricción. Los criterios para diferenciar han sido presentados tomando en cuenta la ejecución de cada deporte, el tipo de juego, pero el fútbol no ha dejado de tener participación femenina ni el voleibol participación masculina, pues la mentalidad que relaciona al hombre con la agresividad y a la mujer con la delicadeza han ido atenuándose con el tiempo. Consideramos pues que el criterio que hubo para la diferenciación entre los masculino y lo femenino se formó más por razones simbólicas que funcionales.

Entendemos los símbolos según el concepto que da el antropólogo Victor Turner: «Un “símbolo” es una cosa de la que, por general consenso, se piensa que tipifica naturalmente o representa, o recuerda algo, ya sea por la posesión de cualidades análogas, ya por asociación de hecho o de pensamiento» (Turner, 1980: 21). En nuestro análisis los símbolos están en las prácticas que, de acuerdo a lo que hemos detectado, representan la interacción en la sociedad de los individuos de acuerdo a los roles de género.

Partiendo de la observación y el análisis de la ejecución de estos dos deportes, de acuerdo a su reglamento, se ha detectado contenido simbólico significativo en dicha ejecución. Ambos deportes tienen en común el uso de un balón como herramienta para conseguir puntaje en un campo de juego dividido en sectores que representan el territorio de cada equipo.

En el campo de juego para el fútbol los ataques del combate simulado van a desarrollarse invadiendo el territorio enemigo. El encuentro con el adversario es personalizado y propenso a la agresión. La acción se desarrolla saliendo del espacio personal (actividad pública). El siguiente gráfico esquematiza dicha actuación:



En el caso del voleibol, tenemos que los ataques para obtener puntaje van a efectuarse desde el espacio personal, por ningún motivo puede invadirse el territorio enemigo, solo el balón puede pasar de un territorio a otro. No hay contacto directo con el adversario. La acción se desarrolla sin salir del espacio personal (actividad privada). El siguiente gráfico esquematiza dicha actuación:



Al revisar el diseño de los campos deportivos podemos representar el terreno del adversario como el espacio público, mientras que el terreno propio como el espacio privado, siendo la línea divisoria la representación de la barrera que separa lo público de lo privado. En el fútbol se lleva a cabo el cruce de la barrera, esto es una dramatización del papel del hombre en el espacio público. En el voleibol no se cruza dicha barrera, incluso hay sanción cuando el jugador cruza dicha barrera, esto es una dramatización de la mujer en el espacio privado. Por lo tanto, si el fútbol y el voleibol han sido fácilmente concebidos como deportes masculino y femenino respectivamente se debió principalmente a que en la mentalidad de los individuos está presente la división entre lo público y privado y la participación de los varones y las mujeres en dichos espacios.

Podemos así mismo comparar el tipo de acción que determina que el adversario gane puntos, con el acto sexual. En el fútbol se debe tratar de introducir el balón en un punto específico, por eso es que la hombría debe defenderse, el hombre no debe ser penetrado. En el caso del vóley, el territorio no debe ser tocado por el balón, está en juego la virtuosidad del terreno. Podemos comparar simbólicamente el fracaso en ambas disciplinas deportivas con la virtuosidad y moral sexual. Por tal motivo es que el varón va a pensar su sentido de la masculinidad en relación al fútbol, y en ese sentido es fácil concebir a un varón que no gusta del fútbol como poco masculino, o insertarlo dentro de la relación mujer-voleibol, esto por oponer el fútbol a todo lo que representa lo femenino. Norma Fuller piensa lo siguiente al respecto: «El fútbol es el juego más importante de la niñez. Este puede definir el éxito o el fracaso de un niño frente al grupo de pares: los amigos. Un muchacho que no juega bien al fútbol reduce drásticamente sus oportunidades de ser popular.» (Fuller, 1997: 119)

Por tanto, la designación de lo masculino en el fútbol y de lo femenino responde más a razones de carácter simbólico que a razones de carácter funcional al tipo de práctica de acuerdo a las características de cada deporte. Por lo tanto la práctica de tal o cual deporte de ninguna forma va a determinar la identidad de género del individuo ni estará restringida a un solo sexo.

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